51 Un Malentendido

Cuando Gwen encontró a Zora, eran las 9:00 pm.

Zora estaba en la esquina como un conejo perdido, y había una prueba de embarazo temprano en el suelo.

Gwen recogió el papel de prueba y entendió todo. Se agachó junto a Zora y le frotó la espalda suavemente.

—No es gran cosa. Estoy aquí, no tienes que estar triste.

Zora levantó la cabeza y miró a Gwen con ojos llorosos, como si viera a una hermana mayor en la que podía confiar.

—¿El padre del bebé... es Cecil?

Zora asintió.

—Todavía no lo sabe, ¿verdad?

Zora asintió de nuevo.

—Lo sé. Está bien, no es tu culpa. Te llevaré a casa. Me quedaré contigo hasta que las cosas se solucionen, ¿sí?

Zora se secó las lágrimas de los ojos y asintió.

Gwen le sonrió, y luego la llevó de la mano fuera del edificio del laboratorio.

En el camino, Gwen dijo, —Cuando me enteré de que estaba embarazada, perdí una noche entera de sueño.

—¿Por qué?