55 Boda

Después del orgasmo, los diez dedos de Lidia aflojaron las sábanas arrugadas y apretadas. Ella yacía indefensa en la cama, jadeando débilmente. Vince, que estaba acostado entre sus piernas, se arrastró hacia arriba y se apoyó encima de ella. Lidia se calmó un poco y abrió sus ojos, solo para ver su sonrisa malvada. Vince aflojó ligeramente sus labios apretados, y un hilo de fluido pegajoso se deslizó de su boca y aterrizó en la cara de Lidia. En el momento en que Lidia se dio cuenta de lo que era, no pudo evitar gemir de vergüenza y levantar la mano para cubrir su cara. Vince retiró su mano y la besó en los labios sin pensarlo dos veces, abriendo sus dientes y dándole un largo y apasionado beso.

—¿Está bien? —se relamió las comisuras de la boca con abandono descarado, aún sin terminar.