Zoe Bell estaba atónita al escuchar esas palabras, y aún después de colgar el teléfono, se sentía aturdida.
Asombro, deleite, emoción: todo tipo de emociones se acumulaban en su interior, y ella trataba arduamente de mantenerlas bajo control, diciéndose a sí misma que no se alegrara demasiado pronto, mientras la adopción no se hubiera disuelto oficialmente.
—¿Zoe? —Lily Lott la vio distraída y la llamó para recordarle.
Para distinguirla del apodo de William Hale, ella llamaba a Zoe Bell "Zoe".
—¿Qué pasa? —preguntó Zoe.
—Esa es mi pregunta para ti, ¿en qué estás soñando despierta? —inquirió Lily.
—No es nada —respondió Zoe.
—El masaje ha terminado, ven de compras conmigo.
Sintiéndose bien, Zoe Bell asintió en acuerdo.
Lily Lott usualmente iba de compras con amigos cercanos, sus hermanos menores de su segundo matrimonio, o simplemente hacía que le enviaran ropa a su casa para elegir; era raro que fuera de compras con chicas jóvenes de la edad de Zoe.