—Durante su viaje de negocios estos últimos días, la adicción a los cigarrillos de William Hale se intensificó. Ocasionalmente no podía resistirse a fumar uno, su cabeza ligeramente inclinada, sus pensamientos desconocidos, el cigarrillo entre sus dedos parpadeando en la fresca brisa.
—En la memoria de Zoe Bell, él rara vez fumaba.
—La imagen de él, cabeza gacha, cigarrillo colgando de sus labios... Había un atractivo indescriptible.
—Al levantar la vista, sus ojos se encontraron. Con un pellizco de sus dedos, apagó el cigarrillo, y las brasas se esparcieron.
—Con un gesto casual de su mano, dispersó el humo a su alrededor.
—Su prima le había enviado un mensaje de que bajaría en al menos diez minutos más. Impulsado por su antojo, había fumado un cigarrillo. Mientras Zoe se acercaba, William frunció el ceño: "Huelo a humo".
—No me importa—respondió ella.
—Zoe sabía que dejar de fumar no era fácil.
—Hace frío, así que te traje un abrigo—dijo.