Afuera, el viento frío silbaba lastimeramente.
Dentro, el mayor acariciaba su pipa, con la mirada dirigida hacia la tetera no muy lejos. Tim Payne se levantó apresuradamente, sirvió una taza de ciruela oscura con cáscara de mandarina seca y se la entregó con ambas manos, pero él no la alcanzó.
El té estaba escaldando y sus yemas de los dedos se habían enrojecido brillantemente.
—¿No tienes nada que decirme? —frunció el ceño el mayor.
—Realmente no esperaba que tú y Abuela tuvieran un siheyuan en Ciudad Capital —el proverbio tiene razón, 'Un conejo astuto tiene tres guaridas'.
El anciano solo sintió que le venía dolor de cabeza, "¡No intentes ser astuto conmigo!"
Tim Payne apretó los labios, sin decir nada.
—Bueno, ¿cómo lo descubriste?
—Ella estaba en Payne Corps personalizando un anillo y tuvo algunos problemas. Yo estaba en la compañía, así que intervine y le eché una mano, —relató Tim Payne, aún sintiendo que todo era como un sueño.