Una Batalla Sangrienta

Todos los jinetes lobo tenían sus ojos puestos en Abel, el caballero menor de edad y bajito que blandía una lanza ridículamente grande con él. Podían decir que era un caballero novato, pero algo en él no cuadraba.

Claro, Abel era un caballero novato, pero ¿qué tipo de caballero novato podría matar a cinco jinetes lobo en un instante? Un jinete lobo de alto rango. Un jinete lobo intermedio. Tres jinetes lobo novatos. Eso son cinco en menos de un segundo, y un niño lo hizo.

El caballo en el que montaba Abel se estaba volviendo mucho más agitado que antes. Antes parecía relajado, pero la testosterona empezaba a surtir efecto.

—¡Mi honor es mi vida! —gritó Abel, y su caballo aceleró hacia la tropa de los jinetes lobo. La lanza grande y pesada en su mano era como la mano de un demonio, desviando todo lo que había raspado. Debido a la terrible fuerza de Abel (y al efecto de la lanza en sí), decenas de jinetes lobo fueron lanzados lejos de su posición.