Examen de Batalla

Abel no descansaba en una cama grande y cálida así desde hacía mucho tiempo. Cuando despertó a la mañana siguiente, el suave colchón y las sábanas de plumas de cisne lo mantenían tan cómodo en la cama que nunca quería salir. La luz brumosa se colaba por las cortinas pálidas, llenando la habitación con una atmósfera neblinosa.

¿Se había levantado tarde? Abel se había despabilado de repente. No había descansado tan bien en mucho tiempo, tan bien que había amanecido tarde. No podía hacer esperar al profesor demasiado tiempo.

Se levantó rápidamente de la cama, se duchó y salió corriendo de la habitación. Al llegar al vestíbulo del hotel, se dio cuenta de que su profesor, el mago Morton, ya estaba desayunando.

—Profesor, lo siento, me he despertado tarde —dijo Abel con suavidad, avanzando rápidamente hacia el mago Morton.

—Toma asiento, Abel. ¡Ya he pedido el desayuno para ti! —dijo el mago Morton señalando una silla junto a él.