—Abel, no te preocupes por los Ventisqueros. ¡Yo me encargaré de eso! —el Mago Dunn sentía que había hecho muy poco por Abel cuando se trataba de su desarrollo. Sería una pena no cultivar adecuadamente a un genio como este.
—Profesor, por favor quédate para el almuerzo. ¡Abel tiene la mejor comida de todo el Continente Santo! —el Mago Morton dijo desesperadamente al sentir que el Mago Dunn estaba a punto de irse.
—Volveré después. ¡Abel, Morton, espérenme! —el Mago Dunn dijo mientras desaparecía de la torre mágica.
El Mago Dunn ya no tenía la dignidad para quedarse. Todo este tiempo, habían sido esos magos enanos de élite los que protegieron a Abel, y no él. Si no resolviera este incidente rápidamente, ya no tendría cara para enfrentarse a esos tres magos enanos de élite.
Dentro de la estructura gigante ubicada en las 36 torres mágicas de la Ciudad Linate.