El Comandante en Jefe Bodley y el Comandante en Jefe Hoover echaron un vistazo al contrato mágico; se dieron cuenta de que no era exigente. El único requisito era la lealtad a Abel, al Ducado y no divulgar los secretos al público. Estas peticiones eran muy razonables, por lo que los comandantes en jefe dejaron ir sus dudas. Ambos comandantes en jefe presionaron su dedo sobre el contrato mágico, y un haz de luz blanca destelló conectándolos con Abel. El contrato había entrado en vigor.
—Gracias por su lealtad. Este es mi regalo; no pueden llevárselo, ¡así que úsenlo ahora! —Abel sacó 2 botellas y entregó una a cada comandante en jefe.