—¡Buen trabajo, Yan Dongfang!
Maestro Dongfang estaba ardiendo de ira. Su mirada severa barrió hacia Yan Dongfang—. Nunca he sido tacaño contigo y aun así te atreves a dañarme. ¡Tus intenciones son claras ahora! Parece que el puesto de General en el equipo de aplicación de la ley no te conviene, ahora encontraré a alguien más para reemplazarte.
Yan Dongfang miró en blanco y su rostro entero estaba lleno de asombro.
«¿Cómo podría ser esto?», pensó. «Una mentira tan mediocre, ¿cómo podría el Maestro creerle así de fácil?»
—Maestro, no te dejes cegar por esa mujer astuta y engañosa. Soy inocente, Lin Shao puede testificar esto, nunca he pensado en causarte daño, ¡Maestro!
Al escuchar esto, Lin Shao intentó abrir la boca para ayudar a Yan Dongfang a explicar, pero fue cortado fríamente por Maestro Dongfang.