Abigail sintió que el aire a su alrededor se volvía más frío, el ambiente entre ellos aún más incómodo. Levantó la cabeza confundida.
Un par de ojos oscuros y brillantes llenos de duda. ¿Qué había dicho mal?
Brandon Piers miró los ojos inocentes de Abigail, luego observó su rostro regordete que no coincidía en absoluto con sus ojos. De repente, extendió la mano y pellizcó ambas mejillas de ella.
Luego las estiró hacia afuera.
No dolía tanto, pero Abigail se sintió humillada. ¿Acaso estaba comiendo arroz de su familia?
—Debes tener veinte libras de carne en tu rostro, ¿verdad? —Brandon observó cómo la ira crecía gradualmente en esos ojos de flor de durazno, sintiendo que su ánimo mejoraba un poco. Pellizcando esos suaves pedazos de carne, preguntó bastante en serio.
—…Suéltame. —Abigail respondió.
—¡Mierda!
—Aún no has respondido a mi pregunta —insistió Brandon, aplicando un poco más de presión y descubriendo que la carne era bastante elástica.