Capítulo 87: La culpa ablanda el corazón

Ya había pasado mediados de junio. La temperatura en Ciudad Gills subió rápidamente, trayendo una ola de calor opresivo.

Abigail era físicamente ancha. Comparada con otros, no soportaba el calor y sudaba mucho. Siempre había un dulce olor empalagoso en su cuerpo que no se lavaba, incluso cuando Kelly no podía evitar recordárselo, temiendo que se delatara.

Afortunadamente, la vieja casa estaba llena de plantas. Por las mañanas y tardes, uno podía refrescarse en cualquier lugar.

A Abigail le encantaba empujar a Teddy y sentarse bajo los plátanos junto al estanque en el Jardín Imperial. Además de la refrescante brisa, también podía ver los peces koi criados por el viejo maestro.

Gordos y vibrantes.