Después de salir del juzgado, Abigail vio el coche de la familia Green.
Lincoln Green estaba ayudando a la llorosa Rose Taylor a subir al coche, mientras Ruby Green estaba sentada en una silla de ruedas, aparentemente esperando por ella.
Abigail los ignoró y estaba a punto de irse, pero Rubí, al verla, le hizo señas a Diana Edith para que acercara la silla de ruedas.
—¿Crees que realmente ganaste? —preguntó Rubí.
—¿No es así? —Abigail levantó las cejas y miró a Rubí.
Rubí se quedó sin palabras, su rostro se tornó rojo brillante. Nunca había visto a alguien tan descarado.
—¿Crees que puedes ganar por mucho tiempo? —inquirió.
—No se trata de cuánto tiempo gane, lo que importa es que gané ahora —la cara rechoncha de Abigail brillaba con una sonrisa extraordinariamente radiante mientras miraba tranquilamente a Rubí en la silla de ruedas.
Rubí no esperaba que la antes tímida, auto-depreciativa y tonta Abigail se transformara en lo que veía ahora.