—La primera vez en su vida en que se ofreció proactivamente a entrenar a alguien, y fue rechazado. Lo rechazaron... —Brandon Piers sostenía el tenedor, sintiéndose como si se estuviera asfixiando, incapaz de recuperar el aliento durante mucho tiempo. Después de un rato, apretó los dientes:
— ¡Pequeño gordinflón!
—El anciano estaba escuchando a escondidas fuera de la pared. No solo no escuchó lo que esperaba, sino que además vio a Abigail salir del comedor. Su nieto enojado pincha un longan y lo come con la cara inexpresiva. Frustrado, el anciano golpea el suelo con el pie, tumbando accidentalmente una maceta cercana.
—La orquídea cayó al suelo. El anciano se agachó, desconsolado:
— Oh no, mi orquídea fantasma. ¡Thomas! Thomas, ¡llama al jardinero! —Después de llamar y al no ver venir al ama de llaves, notó un par de grandes pies en pantuflas al lado de la orquídea. Mirando hacia arriba, vio a Brandon de pie frente a él con una mano en el bolsillo. El anciano urgía: