Rubí, de pie a un lado, no notó el cambio psicológico de Adán. Podía sentir las miradas envidiosas de quienes la rodeaban, especialmente los reporteros de medios que habían estado tomando fotos frenéticamente desde que Adán compró el anillo de diamante.
Podía imaginar que la subasta de esta noche de este diamante rosa seguramente sería noticia en todos los principales medios de comunicación, y ella volvería a atraer la atención pública.
Pero esta vez, no sería un escándalo. En cambio, sería sobre el maestro Adán de la familia Piers gastando ciento cincuenta millones para comprarle el diamante rosa más grande del mundo.
Solo pensar en esa escena mareaba a Rubí. Desde una posición elevada, miró en dirección a Brandon y Abigail, pensando para sí misma: ¿Realmente amaba el segundo joven maestro de la familia Piers a esa gorda perra? Claro que no.
En el escenario.