Fuera del juzgado. Lincoln Green vio a Abigail, quien iba seguida del guardaespaldas personal de Brandon Piers. Vacilante, se acercó a ella. —Abigail...
Abigail se giró para mirar a Lincoln. Bajo su traje, todavía llevaba puesto un camisón de hospital. Se veía pálido y abatido, sin ningún rastro del éxito del empresario que recordaba cuando renació. Sus emociones eran complejas, pero su voz se mantenía consistentemente fría. —¿Qué pasa?
—Abigail, ¿perdonarás a tu padre? —preguntó Lincoln con cautela.
Al escuchar esto, Abigail sintió una sensación de desolación. Miró al hombre que había envejecido considerablemente ante sus ojos. —Lo siento, no puedo hablar por ella.