—Abuelo...
Dos palabras muy comunes. Siempre lo había llamado Abuelo Piers en la casa antigua, pero ¿por qué, al mirar esa espalda encorvada a lo lejos, Abigail no podía controlar las lágrimas en sus ojos?
Después de un momento de rigidez, el anciano se giró torpemente. Lo que vio no fue un rostro familiar, sino una chica regordeta con ojos enrojecidos. Inmediatamente pateó una silla junto a él con un ruido sordo. —¿A quién llamas abuelo? ¡Todos se atreven a llamarme abuelo ahora, sal, sal, sal!
Pullan, viendo la silla pateada, se apresuró a ponerse frente a Abigail, sorprendido. —¡Señora!
Abigail apartó a Pullan con la mano. —Lo siento, Abuelo Smith. Soy Abigail Green, una amiga del Dr. Smith. Me encomendaron regresar algunas pertenencias del Dr. Smith.