—Eso es correcto. Soy Su Tingxue —la voz de la niebla negra seguía siendo aguda, pero si uno escuchaba atentamente, la encontraría llena de tristeza y desolación.
La sonrisa burlona en los ojos de Yu Huang se congeló.
Sin embargo, ella rápidamente recobró sus sentidos y determinó que estaba mintiendo. —Negrito, tú eres un cuerpo espiritual que ha estado muerto durante muchos años, ¿verdad? Cuando moriste, el Gran Maestro del Espíritu Purificador Su Tingxue aún estaba vivo, ¿verdad? ¿Sabías que Su Tingxue falleció hace seiscientos años? —La pequeña bola negra se quedó callada al oír esto.
Yu Huang pensó que era porque había descubierto su mentira y se sentía impotente, así que optó por permanecer en silencio.
Yu Huang perdió la paciencia. Justo cuando estaba a punto de aplastarlo, escuchó a esa cosa murmurar:
—¿Así que han pasado seiscientos años?
Cuando Yu Huang escuchó este murmullo, por alguna razón, aflojó su agarre.