Qin Xuan finalmente se dio cuenta de que la situación podría haberse salido de control.
Y parecía que hoy, estaba siendo dirigido por dos chicas.
Miró a Bai Yun, luego se giró hacia Gu Qiaoqiao, con el rostro tan sombrío como el agua quieta.
El semblante de Shen Manru tampoco era bueno; era embarazoso haber involucrado a la policía.
Pero en efecto se habían perdido objetos por un valor de más de cien mil.
Sin embargo, debido a la desaparición de la Cigarra de Noche Silenciosa, la acusación de Bai Yun, y aún más por la negación rotunda de Gu Qiaoqiao, la casa estaba llena de ruido y caos, y estos dos catedráticos universitarios altamente educados habían perdido su habitual calma y razón.
Nadie siquiera pensó en detenerlo.
Pronto, llegaron dos oficiales.
Al entrar en el salón y reconocer caras familiares, primero saludaron cortésmente a Qin Xuan y Shen Manru, luego preguntaron seriamente —Profesor Qin, ¿podría contarnos los detalles de lo sucedido?