Tian Sanxian miró a Ning Wanru, quien de repente se había vuelto irracionalmente furiosa, y supo en su corazón que esta mujer, al borde de la locura, podría ser capaz de cualquier cosa. Después de todo, era una mujer despiadada e inhumana. Y sin embargo, la reliquia de su familia Tian estaba fuera de su alcance ahora. Lanzó una mirada hacia el Mayordomo Wu en el patio y los dos hombres corpulentos a su lado, contuvo su impulso, y con una voz ronca dijo:
—Llévame a tu casa.
Ning Wanru sonrió triunfantemente. Pero la sonrisa en su rostro arrugado parecía un poco espeluznante. El grupo partió rápidamente hacia la Villa Montaña Norte. Esta era la primera visita de Tian Sanxian, y mientras observaba el lujo y las decoraciones opulentas a su alrededor, un toque de frialdad cruzó sus labios antes de desaparecer. En este momento, en esta sala de estar espaciosa, solo Ning Wanru y Tian Sanxian permanecían.