Entonces, se reveló una caja negra en su interior.
Gu Qiaoqiao sintió que algo andaba mal, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
¿Por qué esta caja negra se sentía más como un pequeño ataúd?
No solo era parecido, ¡lo era!
Todos se quedaron atónitos.
Gu Tianfeng estaba a punto de avanzar para tomarla.
—Qiaoqiao, dame el objeto.
—Papá, está bien.
Reprimiendo sus miedos desconocidos, Gu Qiaoqiao respiró hondo, con expresión solemne, y agitó su mano hacia los demás, señalándoles que se mantuvieran atrás.
Luego, presionó un lado con su mano y, con un empujón fuerte, abrió el pequeño ataúd negro hecho de madera de catalpa negra.
El contenido en el interior asustó a Gu Qiaoqiao.
Un trozo de papel amarillo lleno de símbolos extraños, sujetado en las esquinas por cuatro pequeñas espadas de madera roja.
Al ver el pequeño ataúd negro, el rostro del Viejo Patriarca Gu se volvió tan sombrío como el cielo en ese momento.