—Olvídalo, simplemente tomaré las cosas como vengan.
Pronto, Gu Qiaoqiao llegó a la oficina del jefe de cocina. Como se esperaba, los dos estaban en medio de una conversación feliz. Gu Qiaoqiao se sentó en otra silla y los observó.
Qin Yize miró a Gu Qiaoqiao, con una expresión gentil en sus ojos, y preguntó tranquilamente:
— ¿Qué pasa? ¿Te encontraste con alguien?
Esta habilidad de observación era realmente algo. Gu Qiaoqiao asintió con la cabeza. Para ella, los dos hombres de hierro frente a ella eran de plena confianza. Por lo tanto, Gu Qiaoqiao les contó en detalle los incidentes que acababa de presenciar. Después de terminar, Gu Qiaoqiao le preguntó al Maestro Fong:
— Maestro Fong, ¿conoces a Zhou Xue, verdad?
—Hmm, pero no muy bien —el Maestro Fong reflexionó—. Mi impresión es que no habla mucho, pero tiene buena reputación, es diligente y responsable, y nunca evade sus deberes.
—¿Conoces su situación familiar? —preguntó Gu Qiaoqiao.