—Qinghuan te salvó —Gu Qiaoqiao agarró un rincón de su camisón, con los ojos bajos, hablando suavemente—. Ella resultó herida tratando de salvarte.
—Qiaoqiao… —Qin Yize frunció el ceño, su mirada fija en Gu Qiaoqiao—. Sin sonar frío, pero incluso si ella no me hubiera salvado, podría haberlo esquivado, a menos que fuera una bala. Casi siempre puedo esquivar, sin necesitar que nadie me salve.
Él enfatizó cada palabra. —De ahora en adelante, tú deberías hacer lo mismo.
—¿Ella no sabía que podrías haberlo esquivado, verdad? —Gu Qiaoqiao supuso.
—Ella conoce mis habilidades.
—Pero de todas formas, el hecho es que, Qinghuan te salvó, Qin Yize —Gu Qiaoqiao enfatizó nuevamente.