La esposa de Hong Yuan había sido diagnosticada con cáncer y sus días estaban contados. Necesitaba cuidado constante y compañía, dejando a Hong Yuan sin otra opción que delegar todos los asuntos de la compañía a su hermano, Du Kaifeng. Confiando implícitamente en su hermano, Hong Yuan nunca imaginó que Du Kaifeng albergaría ambiciones tan profundamente arraigadas.
Durante mucho tiempo, Du Kaifeng había envidiado el éxito y la riqueza de Hong Yuan. Viendo el momento de vulnerabilidad de su hermano, aprovechó la oportunidad con ambas manos. Sobornó secretamente a ejecutivos clave dentro de la empresa y comenzó a falsificar registros financieros, desviando dinero para su propio beneficio.
Cuando Hong Yuan se dio cuenta del alcance completo de la traición de Du Kaifeng, ya era demasiado tarde. Su amada esposa había fallecido y su dolor se intensificó con la impactante noticia de que la empresa que había trabajado tanto en construir había sido completamente saqueada. Du Kaifeng no solo había drenado las finanzas de la empresa, sino que también había dejado enormes deudas con el banco. Para añadir insulto a la injuria, había robado los valiosos hallazgos de investigación de la empresa.
Hong Yuan tardó veinte largos años en recuperarse de este golpe catastrófico. Con pura determinación y tenacidad inquebrantable, reconstruyó meticulosamente su vida y su carrera, logrando finalmente la venganza que tanto había buscado. Durante estas dos décadas, enfrentó innumerables obstáculos, muchos de los cuales fueron directamente orquestados por Du Kaifeng, quien parecía empeñado en asegurar la caída perpetua de Hong Yuan. Eso fue, hasta que Hong Yuan encontró a un benefactor que cambiaría su fortuna para siempre.
Qin Sheng mordisqueaba pensativa su bolígrafo, repasando los detalles intrincados en su mente. Se dio cuenta de que el momento actual era cuando Hong Yuan acababa de descubrir la traición de Du Kaifeng. Era evidente que mañana sería un momento oportuno para encontrarse con él.
Escribió meticulosamente varios nombres más en su bloc de notas. Estas personas eran sus posibles reclutas para una nueva empresa de juegos que pretendía establecer. En su vida anterior, había conceptualizado un juego avanzado y completamente inteligente, pero el destino nunca le había dado la oportunidad de llevarlo a cabo. Ahora, con una segunda oportunidad, estaba determinada a no dejar escapar de nuevo la oportunidad.
Cerrando su cuaderno con un sentido de propósito, Qin Sheng encendió su portátil y se conectó al enigmático reino cibernético conocido como Emperador Negro. Sus ojos brillaban con concentración mientras apuntaba a Hacker C, una figura formidable clasificada primero en la tabla de líderes del Emperador Negro, un dominio virtual conocido por ser un punto de encuentro de los expertos en computadoras más talentosos del mundo. Las habilidades de Hacker C eran legendarias, su reputación sin igual. Si pudiera convencerlo de unirse a su empresa, sería un beneficio invaluable.
Sin embargo, Qin Sheng sabía mejor que ilusionarse demasiado. Los hackers, por su naturaleza, poseían un orgullo distinto. Hacker C, siendo el líder indiscutible de la plataforma, sin duda sería un hueso duro de roer. Aún así, la perspectiva de tal desafío solo alimentaba su determinación.
Sus dedos delgados y claros volaban hábilmente sobre el teclado mientras navegaba expertamente por el paisaje digital, intentando rastrear las actividades previas de Hacker C para infiltrarse en su sistema. En el pasado, Qin Sheng siempre había logrado pasar desapercibida, sin dejar rastro de sus incursiones cibernéticas. Sin embargo, no pasó mucho tiempo después de comenzar su infiltración en el ordenador de Fu Hanchuan que se dio cuenta de que no estaba tratando con un oponente ordinario.
El cortafuegos de Fu Hanchuan era prácticamente impecable, una fortaleza inexpugnable que astutamente atraía a los hackers intrusos a un laberinto digital del que no había escape. En el instante en que cualquier hacker violaba sus defensas, se enviaba una alerta directamente a su teléfono, permitiéndole responder de inmediato.
Tan pronto como Fu Hanchuan recibió la alerta de intrusión, sus ojos se entrecerraron con enfoque agudo. Abrió su portátil, y una advertencia parpadeó en la pantalla, una alerta de hacker.
—¿QS? —medio recostado en su silla, la mente de Fu Hanchuan evocó de inmediato la imagen de Qin Sheng, su expresión severa se suavizó ligeramente.
Sus dedos teclearon un mensaje con una sorprendente delicadeza:
—¿QS, a qué debo esta visita?
La mano de Qin Sheng vaciló por un momento. En ambas sus vidas, esta era la primera vez que alguien detectaba su intrusión. Hacker C realmente estaba a la altura de su formidable reputación.
Una sonrisa juguetona tiró de sus labios mientras respondía con un toque de despreocupación —Estoy buscando empezar una empresa. ¿Te interesaría unirte?
Fu Hanchuan se encontró intrigado por esta enigmática QS. No era solo el nombre lo que captó su atención, sino también la manera audaz y despreocupada de la invitación.
Tecleó lentamente pero deliberadamente —No estoy interesado.
—Okay, disculpa por molestarte —llegó su respuesta rápida.
Justo cuando Qin Sheng estaba a punto de cerrar sesión, se dio cuenta de que había sido atrapada dentro de su sistema.
Otro mensaje de Fu Hanchuan apareció en la pantalla —No puedes salir.
Los ojos de Qin Sheng se entrecerraron ligeramente, sus dedos danzaban aún más rápido sobre el teclado mientras líneas de código se desplazaban rápidamente en su pantalla.
Mientras tanto, Fu Hanchuan sorbía su té con tranquilidad, reclinándose cómodamente en su silla mientras observaba cómo QS intentaría escapar de su trampa digital.
Qin Sheng permanecía sentada frente a su computadora, sus ojos agudos y brillantes fijos intensamente en la pantalla. Su interés en C había sido despertado, no grandemente, pero lo suficiente para agitar su curiosidad. Rara vez algo o alguien capturaba su interés, pero esta era la primera vez que encontraba a alguien capaz de atraparla de tal manera.
Era un concurso entre maestros, un juego de alto riesgo de inteligencia y habilidad.
Líneas de código se escribían y borraban repetidamente mientras trabajaba meticulosamente para desmantelar sus defensas. No fue hasta media hora después que finalmente hizo una pausa, dándose cuenta de que sus esfuerzos no habían avanzado.
Su mente corría, considerando cada ángulo posible, y después de un largo momento, una sonrisa tenue apareció en sus ojos. No había terminado aún, ni mucho menos.
(Fin del Capítulo)