Un Intercambio de Intereses

—Sé que es la hija de la jefa, ¿verdad? —Yu Bei vio que Hong Yuan había dejado de hablar, así que completó lo que asumió era el resto de su frase.

—No, no —respondió Hong Yuan torpemente, echando un vistazo a Qin Sheng—. Lo que quiero decir es que esta empresa le pertenece a ella, no a su padre.

—¿Qué... Qué demonios! —Yu Bei casi tropieza y cae al suelo de la sorpresa.

—Gerente, esa broma no es divertida —dijo, aún pensando que Hong Yuan estaba bromeando—. ¡QS, una chica de diecisiete o dieciocho años? ¡Ridículo!

QS era formidable, y por más que Yu Bei lo intentara, no podía conciliar la imagen del misterioso hacker con la de una joven delicada.

En ese momento, Qin Sheng se levantó y extendió su mano. —Hola, soy QS. Fue un honor batir récords contigo en la última competencia de hacking.

Yu Bei se quedó sin palabras.

Observó fijamente la mano esbelta y clara frente a él, sin poder procesar lo que estaba escuchando.