Tres minutos más tarde, la arruga en su ceja se suavizó.
—Presidente, de hecho se ha resuelto —dijo el gerente del departamento técnico con profundo respeto.
Fang Xuelin dejó escapar un suspiro de alivio.
—Bien. Transfiere los diez millones a él.
La mirada de Yu Bei era aguda.
—¿Presidente Fang, está diciendo que los quince millones eran una mentira?
Fang Xuelin parecía preocupado.
—Recientemente, las finanzas de la compañía están ajustadas. Los quince millones simplemente no es algo que podamos conseguir.
Yu Bei sonrió.
—Ya que tengo la capacidad de resolver el problema, también puedo revertirlo. Presidente Fang, usted decide.
El rostro de Fang Xuelin se endureció, no esperaba este giro de los acontecimientos.
El gerente del departamento técnico, visiblemente ansioso, susurró:
—Presidente, sus habilidades son formidables. No podemos permitirnos ofenderlo.
Aunque a regañadientes, Fang Xuelin apretó los dientes y aceptó desconsoladamente: