—Papá, ya no queremos jugar aquí. Y no necesitamos una disculpa de él —dijo Su Bing a Su Shen después de pensarlo detenidamente.
—Sí, papá. Vámonos. ¡Vámonos! —intervino Su Li.
Su Shen observó a sus dos hijos quienes parecían delgados con pelo amarillo, a pesar del cuidado cuidadoso de Gu Zi. Luchaban por adaptarse a su nueva vida en tan corto período.
Cuando se enfrentaban con la malicia y la sospecha del mundo exterior, su respuesta instintiva era escapar. Parecían creer que si se escondían, las personas a su alrededor no podrían dirigirles su malicia.
Este mecanismo de afrontamiento era el mismo que cuando soportaban el trato severo de Chu Xi en el pasado. No se atrevían a criticar a Chu Xi frente a su padre, ni se atrevían a buscar su protección.
Sus corazones eran sensibles y llenos de dudas y miedo al mundo. Esta sensibilidad los había hecho cuidadosos, cautelosos y tolerantes. También había borrado su capacidad de pedir ayuda a sus seres queridos.