Chu Xi recibe una buena paliza

—No, no, no. No robé nada. No sé cómo lo encontraste bajo mi cama... —Chu Xi comenzó a entrar en pánico y a hablar incoherentemente.

Sabía que ella había sido la que robó el reloj y envenenó a los niños. Sus actos habían vuelto para atormentarla.

Pero ¿cómo podrían saberlo? Nadie la había visto.

Quería pedir ayuda a sus suegros, pero cuando levantó la mirada, solo vio las espaldas de los dos ancianos suegros huyendo apresuradamente.

En ese momento, la policía trajo un rostro familiar a Chu Xi.

En ese instante, la policía trajo a alguien familiar a Chu Xi, un hombre aproximadamente de su misma edad. Sus rasgos afilados y su expresión intensa lo hacían parecer intimidante.

Este era Chu Banxian, el primo que le vendió el veneno a Chu Xi.

—¡Vieja prostituta! ¡Me has arruinado! ¿Por qué no te mueres? ¡Te mataré antes de ir a la cárcel! —Él maldijo a Chu Xi.