Huella de Rojo

Ella parpadeó sus pestañas, reuniendo el coraje para hacer la pregunta que había estado en su mente —¿No me deseas?

Esta vez, no evitó la mirada del hombre, y sus dedos claros acariciaban suavemente su pecho.

La piel de Gu Zi era delicada, suave y tierna al tacto, haciéndola irresistible. ¿Cómo no podría desearla? Solo temía causarle dolor.

Sin embargo, su figura seductora, cintura esbelta, pecho abundante y caderas curvilíneas, combinadas con su tierna pregunta en sus brazos, rompieron su antes orgullosa restricción.

—Sí, lo hago —él respondió.

Capturó sus labios de forma dominante, y su parte baja se calentó. Tenía la mirada de una bestia atrapada a punto de liberarse, pero sus acciones eran deliberadas y suaves mientras levantaba su fino camisón.

Un par de pechos blancos como la nieve, llenos y plenos, se expusieron al aire. Incluso estando acostada, seguían redondos y abundantes, adornados con delicadas puntas rosadas, como si pudieran producir leche con solo tocarlos.