Tan Maravilloso

Gu Zi no se negó, aunque no temía las habladurías de los demás, no quería provocar chismes innecesarios.

En casa, Su Shen era una presencia reconfortante. Después del almuerzo, ella podía llevar a Lele a dormir una siesta. La pasión de más temprano la había dejado necesitada de un buen sueño.

Hoy, Gu Zi había comido media taza más de arroz de lo habitual en el almuerzo. Su Shen sabía que sus encuentros íntimos habían sido frecuentes. Habían sido íntimos ayer y otra vez hoy, lo que la había agotado. Sin embargo, si él no hacía un esfuerzo, temía que ella pudiera pensar que no era adecuado.

Después de todo, ella aún era tan joven. Ya era un compromiso para ella estar con él. No podía fallar en satisfacerla en este aspecto. Además, él también disfrutaba del contacto íntimo con ella. Antes de conocer a Gu Zi, nunca había pensado que la intimidad entre un hombre y una mujer podría ser tan maravillosa.