En medio de la noche, él cuidadosamente metió sus bragas en su bolsillo. Su cabeza enterrada en el cuello de ella, mordisqueó y chupó suavemente. —Mmm, cariño, te ves muy bien con estas. Me encantan —murmuró.
—¿De verdad? ¿Debería ponérmelas entonces? —Gu Zi apretó su agarre en sus hombros, intentando juguetonamente cerrar las piernas.
Su Shen no le daría la oportunidad.
¡La hechicera! Su Shen jadeó con fuerza, sus oscuros ojos llenos de intenso deseo. Levantó sus nalgas, empujando hacia ella con una fuerza que le dejó incapaz de ralentizar su ritmo. Disfrutaba de su estrechez.
Gu Zi envolvió sus brazos alrededor del cuello de Su Shen, perdida en el placer. Buscó sus labios, sus lenguas entrelazándose una vez más. Sus cuerpos estaban presionados juntos. La tranquila cocina se llenó de un calor sensual cada vez más intenso.
La mujer gritó mientras alcanzaba su clímax.