Gu Zi había planificado su día meticulosamente, con la intención de ser productiva. Por ello, se había vestido de manera sencilla pero eficiente. Daba gran importancia a su apariencia, creyendo que la vestimenta de uno podría influir mucho en la percepción de las personas. Después de todo, si uno deseaba lograr grandes cosas y ganarse la confianza de los que lo rodean, era esencial presentarse bien.
La manera más directa de ganar confianza, creía ella, era cuidar de la apariencia personal. Una buena apariencia era como una buena tarjeta de presentación. Si uno no podía ni siquiera gestionar su propia apariencia, ¿cómo podía esperar que otros creyeran en sus capacidades?
Con estos pensamientos en mente, sostuvo a su hijo e hizo un giro completo frente a Su Shen, indicando que quería que él revisara su apariencia. Después de todo, ¿por qué necesitaría un espejo cuando tenía a su esposo? Podía simplemente pedirle que la mirara y, en el proceso, evaluar su sentido estético.