Un rayo de luz cayó sobre la cara de Aldo a través de la ventana.
Mientras se reía como un loco, la mitad de su rostro estaba iluminada y la otra mitad oscura.
Incluso había lágrimas en sus ojos.
Roland escuchó malicia. Sin embargo, no era contra él mismo, sino contra algo más.
Roland simplemente lo observaba en silencio.
Aldo no se detuvo hasta varios minutos después. Se secó las lágrimas con gracia y dijo con una sonrisa encantadora —Lo siento. Debiste haberte asustado.
Roland negó con la cabeza.
Aldo se levantó. Mirando hacia abajo a Roland, dijo —Dado que no tienes miedo, enviaré el modelo mágico al liderazgo de la Asociación de Magos. Habrá una gran perturbación. Deberías estar preparado.