Los pensamientos de todos los padres

En la oscuridad, los ojos de Andonara reflejaban un lustre plateado.

Roland guardó silencio un momento y preguntó —Así que he estado preguntándome justo ahora, dado que ni siquiera temes a los Archimagos, ¿quién podría haberte capturado?

—Lo hice a propósito —Andonara abrazaba sus piernas, su barbilla reposando sobre sus rodillas, y habló con indiferencia—. Mi esposo había sido bastante frío conmigo. Solo quería ver si a mi esposo le importaría si me llevaban.

Roland se quedó sin palabras. ¿No hay un dicho muy común en la sociedad hoy en día... la naturaleza humana no puede soportar ser probada?