Manuscrito

Estaba completamente oscuro afuera. La luna creciente en el cielo nocturno era brillante y clara, con pocas estrellas.

La luz plateada de la luna iluminaba el pueblo, que estaba tranquilo pues la mayoría de los aldeanos ya se habían acostado. No se escuchaba nada excepto los ladridos ocasionales y la fresca brisa de las montañas.

Todo el mundo parecía frío.

Los dos hombres se quedaron en silencio en el balcón durante varios minutos. Eventualmente, fue Roland quien se alejó primero de la atmósfera de duelo. Movió la cabeza ligeramente y dijo —Tú le enseñaste a Andonara sus artes con la espada. Entonces, ¿tú también eres un Gran Espadachín? Hasta donde sé, un Gran Espadachín no tiene poder mágico.

Cage sonrió y frotó sus dedos. Luego, una llama azul apareció en su dedo.

Roland se inclinó hacia atrás subconscientemente. Él percibió una energía destructiva de la llama. En términos de calidad, era incluso mejor que su bola de fuego de dos mil grados.