Roland disfrutaba cada vez más del estilo de vida sencillo.
Todos los días iba a clase, leía libros en la biblioteca, estudiaba teorías mágicas y realizaba experimentos en casa.
Luego, alguien le preparaba comida caliente.
No tenía que preocuparse por demasiadas cosas y solo se enfocaba en lo que quería.
Tal estilo de vida le recordaba a Roland sus días de secundaria, cuando se sentía pleno y feliz mientras luchaba por algo.
Por eso, después de abordar el barco volador, se sintió vacío, tanto mental como físicamente. Solo podía leer el foro o pasar tiempo con Andonara cada día.
Afortunadamente, solo tomó cinco días para que el barco volador volara desde la Torre Mágica Roja hasta el Reino Sagrado.
Cinco días después, al bajar del barco, Roland sintió que sus piernas estaban débiles.
Alfred pasó junto a él y dijo con una sonrisa:
—Joven, tómalo con calma. Un gran futuro te espera. Sería malo si te excedes ahora y arruinas tu salud.
Roland se quedó sin palabras.