También Quiero Ser Inmortal

La voz de la mujer era aguda y llena de furia.

Sin embargo, la puerta de la mansión estaba herméticamente cerrada. Nadie se molestó siquiera en salir a investigar, como si ya estuvieran acostumbrados.

Roland y Andonara observaban la situación desde la distancia.

Las docenas de soldados, completamente armados y vistiendo armaduras de cuero, parecían bastante intimidantes, pero al mirarlos de cerca, eran claramente delgados y desnutridos. Además, su equipo parecía viejo y anticuado también.

—¿Es ella la hermana del esposo de la Primera Princesa? —Roland observó por un momento y bajó la cortina—. ¿Deberíamos volver a casa y regresar más tarde?

—No es necesario —dijo Andonara con una sonrisa—. Podemos entrar por el túnel secreto del lado derecho.

—¿Cómo sabes eso? —Roland estaba bastante curioso.

—Stephanie me lo dijo —respondió Andonara con una sonrisa.

Roland estaba ligeramente sorprendido. Levantó una ceja.