¡Ira, temblores y sudor frío!
Estaba al borde de convertirse en reina, pero una sola prueba la puso en una situación desesperada.
…Viviendo bajo el techo de otra persona.
Y fue subestimada.
¿Cuándo sería capaz de tener verdaderamente su propio poder, de ponerse en pie por completo y enfrentarse con valentía a otros poderes sin sentir miedo?
Con este pesar, Stephanie miró a Roland con algo de fastidio, pero no podía decir nada.
Porque lo que Roland había dicho era la verdad.
Estaba simplemente tan molesta; ¿por qué Roland la enfocaba tanto y trataba tan bien a Andonara?
¿Le costaría tanto decirle algunas palabras amables?
No era para nada caballeroso.
Roland la ignoró, terminó su desayuno, y luego dijo:
—Me voy primero. Andonara, quédate aquí para proteger a la Primera Princesa.
—De acuerdo —asintió Andonara, y luego dijo con reproche—. Regresa pronto, no como antes cuando venías una vez cada mes o dos.