Traidores Bastardos

No era que el pensamiento y deseo de añadir un Espíritu humano en el Espíritu Kodoku no cruzara su mente.

Pero no quería matar a personas por ello...—A menos que ellos quieran matarnos—, los ojos de Almond brillaron.

Almond salió y vio a cuatro jóvenes en sus últimos años de adolescencia, junto con un hombre de unos veintitantos.

También estuvo cuando Natalia los ahuyentaba, agitando el cuchillo de cocina a ellos:

—Váyanse, estamos ocupados.

—Márchense —dijo Lily, mirándolos con una expresión inexpresiva.

—Vaya, tranquilos, tranquilos. Solo estábamos preguntando.

—Y parece que no están solos, ¿eh?

Uno de ellos habló al ver a Almond salir.

—Jaja, qué suerte tienes, amigo. Viviendo con dos bellezas.

Almond los miró, sintiendo que algo no estaba bien en su sonrisa y cara amistosa.

Pero no quería sonar amargado, dado su tono amigable.

—Sí, supongo que tengo suerte —dijo Almond sonriendo—. De todos modos, si nos disculpan, podríamos enfocarnos en nuestras cosas.