—Es práctico. Si fueras otra persona, ni siquiera lo habría mencionado. Solo habría aludido a ello y te habría dejado llegar a la conclusión por ti misma.
—¿Qué tiene de práctico elegir a vigilantes? —dijo Sylas—. Hay una organización que está reclutando gente de escuelas de élite. Eres inteligente, ¿qué crees que significa eso?
La profesora se paralizó. Miró a Sylas como si no quisiera admitir la conclusión obvia.
Esta vez, no pudo contener sus lágrimas en absoluto.
Ellos sabían. Esos bastardos lo sabían.
¿Y aún así dejaron que su hijo muriera, por qué? ¿Para aferrarse a un poco más de poder?
La profesora prácticamente se dobló sobre sí misma en su silla, hundiéndose profundamente y enterrando su cabeza entre las piernas. Ya no le importaba que Sylas estuviera aquí. Solo se sentó allí, lamentando su alma.