Había una tensión extraña en el aire. Probablemente habría incomodado a cualquier otra persona, pero Sylas permaneció en silencio como si no hubiera notado nada en absoluto.
Ya había sentido que algo estaba mal desde hace mucho tiempo, era increíblemente sensible a esas cosas. Honestamente, no necesitaba tal confirmación.
Desde el momento en que Gregorio apareció, ya había advertido a Casarae sobre él. Pero había algunas cosas que no se podían evitar, incluso estando preparado.
Además, Sylas aún no tenía una comprensión completa de la situación. Tal vez aún estaba pensando demasiado las cosas. Después de todo, Casarae no era exactamente una mujer que solía estar siempre alegre.
—Gracias por su arduo trabajo, todos —Casarae les dio un asentimiento breve—. Sylas, ven conmigo.
Se dio la vuelta y se fue después de una rápida inspección de las cosas.
…