Las pupilas de Lucio se contrajeron mientras se congelaba en su lugar. Su cabeza giró lentamente hacia un lado, con un ligero brillo de sudor frío en la espalda. Se había preparado para todo, pero nunca había pensado ni una sola vez que Sylas podría atacar desde tan lejos sin siquiera un arco. Y peor aún...
Una ballesta, cara y meticulosamente fabricada por Archibald, fue destrozada como si una bomba de tiempo hubiera explotado en su estructura interna. Pedazos y fragmentos, astillas y engranajes, explotaron en todas direcciones mientras Sylas bajaba lentamente su puño. Sin embargo, lo que fue aún más impactante que eso fue que la parte superior de la pared tenía una zanja rasgada como si un gigante hubiera venido de arriba y dado un mordisco. Todos sabían exactamente cuán resistente era esa pared, pero ahora había sido destruida en añicos con un solo golpe.