Sylas se encontró extendiendo una mano subconscientemente. El Rey Basilisco lo miró con confusión, sin entender qué estaba pasando.
Hablando honestamente, el corazón del Rey Basilisco estaba prácticamente dando volteretas. Su presión arterial había subido tanto que su cuerpo grande temblaba como una pequeña colina.
Estaba listo para morir hace un momento, y medio esperaba que un haz de luz saliera de la palma de Sylas y lo aplastara en un instante.
Pero ese rayo no vino.
Sylas se sintió un poco incómodo al tener la mano levantada así. Era la primera vez que actuaba sin pensar bien las cosas, lo cual era raro para él.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que el Rey Basilisco golpeara su cabeza contra la palma de su mano, su mirada destellando con un toque de vergüenza también.
Cuando entendió lo que Sylas intentaba hacer, también se sintió un poco incómodo. Era un poderoso Basilisco, una Serpentes de Leyenda... no un cachorro.