—El Jerarca de la Secta del Dragón Divino apareció incomprensiblemente, sus paraderos también me son desconocidos. También estoy esperando por ella.
—Zhou Xue respondió, su tono calmado, su mirada aún fija en el horizonte.
Más allá del acantilado yacía un vasto páramo que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. En el borde del cielo, destellos de luz brillante brillaban intermitentemente. Al observar más de cerca, estaba claro que dos cultivadores estaban en combate, los destellos de luz provenían de los artefactos mágicos que empuñaban.
—Después de ver la fuerza de ese chico Fang Wang, estos supuestos genios parecen bastante ordinarios. ¿Realmente no me estás engañando que solo ha estado en la Gran Puerta del Abismo por tres años? —Siguiendo su mirada, Cao Ran no pudo evitar maravillarse.
—Si tienes dudas, entonces cree lo que elijas creer —Zhou Xue soltó una risita suave.
—Siempre pretendiendo ser inescrutable, no es divertido. Me voy —Cao Ran resopló fríamente.