Cuando la Espada Zhu Xian Jing Hong fue desenfundada, el imponente dios fantasmal se alzó sobre los quinientos zhang de altura sobre la tierra, con el vasto río frente a él pareciendo una simple zanja. Tanto Hong Xian'er como Xu Qiuming estaban presenciando por primera vez tal postura del dios fantasmal y quedaron profundamente impactados.
La sorpresa que provocó el dios fantasmal no se debía solo a su tamaño sino también al aterrador aura que emitía. Con solo mirarlo, ambos se sentían como si estuvieran enfrentándose a la muerte misma.
No eran solo ellos; el Monarca Nocturno en la orilla opuesta sentía lo mismo.
Mirando la estatura del dios fantasmal, el Monarca Nocturno se conmovió, y sus ojos revelaron un color de emoción.
—Dao de la Espada... es el Dao de la Espada... nunca imaginé que tal Dao de la Espada existiera en este mundo... —El Monarca Nocturno habló con voz temblorosa, su cuerpo sacudido por la excitación.