Al contemplar los dieciocho Budas Dorados de Mil Zhang a lo lejos y sentir su poderosa aura, Fang Wang no estaba nervioso. Por el contrario, se sintió aún más emocionado.
—¡Espero que recibas una paliza mejor que la última! —Fang Wang rió a carcajadas, enfrentando a los dieciocho Budas Dorados a lo lejos, y lanzó furiosamente la alabarda.
¡El rugido de un dragón explotó!
Nueve Dragones Negros emergieron de la punta de la alabarda, creciendo rápidamente en tamaño. Mientras sus cabezas casi chocaban con los dieciocho Budas Dorados, sus colas aún no aparecían, como si solo la mitad de los cuerpos de los dragones sobresaliera de otro espacio, mostrando su inmenso tamaño.
Los dieciocho Budas Dorados gritaron al unísono, y en un instante, la luz dorada estalló, barriendo el cielo y la tierra. Los nueve Dragones Negros, con dientes y garras descubiertos, se congelaron instantáneamente en su lugar.