La otra parte

Narradora: Luna Rossi

Jessi estaba de pie en el umbral, su expresión tranquila, pero con un brillo en los ojos que me decía que sabía exactamente de qué había hablado con Marriot. Asentí sin decir nada y me levanté de la silla. Marriot no nos acompañó. Se quedó en su oficina, perdido en sus propios pensamientos.

Jessi sirvió dos platos y se sentó frente a mí. Su presencia siempre me había resultado reconfortante, pero esta vez había algo distinto en su mirada.

—Marriot ya te contó su parte, ¿verdad?

Levanté la vista.

—Sí. Me dijo que... Bragmus, antes de ser Bragmus, era Kayn Fénix.

Jessi asintió despacio, como si estuviera procesando mis palabras.

—¿Y qué piensas?

No sabía qué responder. Todo lo que había creído saber sobre la Zona Prime, sobre la historia de mis padres, había cambiado en cuestión de minutos. Ella vio mi duda y sonrió con dulzura.

—Marriot siempre ha sido directo. Pero a veces, no dice lo que realmente importa.

Se inclinó un poco sobre la mesa y su tono bajó, como si estuviera a punto de contarme un secreto.

—Déjame decirte lo que él no te dijo.

Hizo una breve pausa y continuó.

—Después de que Tom y Maisha te tuvieran, Kayn pasaba casi todo su tiempo en su casa.

Mi estómago se contrajo con fuerza.

—¿Por qué?

Jessi dejó su tenedor sobre el plato y me miró con paciencia.

—Porque para él, tu familia era su familia.

Mis labios se entreabrieron.

—Pero él era un Fénix.

—Fue criado como un Fénix —Jessi corrigió con suavidad—. No significa que lo fuera.

El silencio se hizo presente por unos segundos antes de que ella continuara.

—Él era solo un niño cuando naciste, tenía trece años. Tu madre solía bromear diciendo que lo habías adoptado como un hermano mayor. No se separaba de ti.

Sentí un escalofrío recorrerme la espalda.

—¿Yo?

Jessi sonrió.

—Tú, Luna. Desde que aprendiste a caminar, lo seguías a todas partes. Siempre querías que él te cargara, siempre llorabas si intentaba irse sin despedirse.

Mi respiración se aceleró.

¿Eso era cierto?

¿Yo... estuve cerca de Bragmus cuando era niña?

—Cuando cumpliste dos años, Kayn se unió a la causa de tu padre para derrocar a Kaleb Fénix.

Mi cabeza daba vueltas con cada palabra que decía.

—Kaleb... ¿el abuelo de Logan?

Jessi asintió.

—Sí. Fue el hombre que adoptó a Kayn cuando era solo un esclavo.

Mis manos se tensaron alrededor del tenedor.

—¿Esclavo?

Jessi dejó escapar un suspiro.

—Kayn y su hermana eran esclavos cuando eran niños. Fueron tomados durante una redada y vendidos a la ZP como parte del comercio de sangre que existía en esa época. Kaleb los encontró, pero solo tomó a Kayn. Dejó a su hermana atrás.

Mi corazón latía con fuerza.

—¿Qué pasó con ella?

Jessi no respondió de inmediato.

—Murió días después.

Todo tenía sentido. Kayn había sido criado como un Fénix, pero nunca olvidó que Kaleb decidió salvarlo a él y no a su hermana. Y si alguna vez pudo haber algo de amor en su corazón por la familia Fénix, murió en el momento en que su hermana fue abandonada para morir.

Jessi bajó la mirada un momento antes de continuar.

—Cuando tenías tres años, Kayn conoció a un joven de Goeria.

Mi mente ya sabía la respuesta antes de que lo dijera.

—Yurgent Craid.

Jessi asintió con un tono más serio.

—Desde el momento en que se conocieron, comenzaron a trazar su propio camino. Con el tiempo, Kalipso también se unió a ellos. Y cuando se dieron cuenta, ya no seguían a Tom, ni a Maisha, ni a nosotros. Formaron su propio grupo, aunque al principio se juntaban con tus padres.

Me quedé en silencio.

—Tiempo después nosotros nos alejamos. No queríamos ser parte de lo que estaban planeando.

No hizo falta preguntar qué pasó después.

Ya lo sabía. El golpe de estado.

La noche de los cristales rotos.

Jessi inhaló profundamente antes de continuar.

—Cuando tenías cinco años, ocurrió la noche de los cristales rotos.

Tragué saliva.

—Fue la noche en que Kayn derrocó a Kaleb Fénix.

Sentí el fuego en mi mente, aunque no recordaba haber estado allí.

—Los comandantes de Kaleb fueron eliminados uno por uno por Craid.

Cassandra fue inmovilizada por los soldados leales a Kayn.

No sabía por qué, pero imaginar a Cassandra en esa posición me resultaba... extraño. Jessi no se detuvo.

—Y el combate final fue entre Kayn y Kaleb.

Mi piel se erizó. No era solo un golpe de estado, era una guerra generacional. El demonio de fuego contra el dragón. La rebelión contra el tirano. Pero no fue un combate justo.

—Si no hubiera sido por Craid, Kayn habría muerto esa noche.

Mi respiración se agitó.

—¿Cómo terminó?

Jessi me miró con tristeza.

—Kaleb murió. Y al día siguiente, Kayn dejó de existir.

No entendí al principio.

—¿Qué quieres decir?

Jessi se inclinó un poco hacia adelante.

—Desde ese día, se convirtió en Bragmus.

Cerré los ojos por un momento, tratando de procesar todo. Bragmus. Kalipso. Craid. Los tres se convirtieron en el núcleo del poder de la Zona Prime. Y mis padres... murieron poco después. No en esa guerra, no en el golpe de estado: en un simple accidente. Un accidente que me dejó con Marriot y Jessi. Un accidente que me separó de la familia que había conocido.

Bragmus nunca regresó por mí. Nunca buscó que estuviera a su lado. Hasta ahora.

Jessi tomó mi mano y la apretó con suavidad.

—Luna, no dejes que lo que fuiste defina lo que serás.

No respondí. Porque sabía que no podía evitarlo. La cena con Jessi se había convertido en algo más grande de lo que esperaba. No solo me contó la verdad sobre Bragmus y Kalipso, sino que también me mostró un fragmento de mi vida que no recordaba. Un pasado enterrado. Un pasado que se convirtió en cenizas la noche de los cristales rotos.

Pero ahora, yo tenía que tomar mi propio camino.

Jessi notó que estaba inquieta, mis dedos jugaban con el borde del vaso de agua sin que siquiera lo notara.

—Luna, sé lo que estás pensando.

Levanté la vista.

—¿De verdad?

Ella sonrió con tristeza.

—Quieres formar parte de algo, ¿cierto?

Asentí lentamente.

—Después de lo que pasó en la Torre Orión, Pantera me invitó a unirme al Escuadrón Omega.

Jessi se quedó en silencio, su mirada analítica recorriéndome de arriba abajo.

—No te sorprendió.

Ella dejó el tenedor en el plato y apoyó los codos en la mesa.

—No. No me sorprende. Kalipso nunca ha sido sutil cuando quiere algo.

Su tono tenía una mezcla de desaprobación y resignación. Tomé aire antes de continuar.

—Voy a aceptar su invitación.

Lo dije sin vacilar, sin un rastro de duda en mi voz. Porque no había espacio para el arrepentimiento. Porque yo necesitaba pertenecer a algo, porque necesito encontrar mi camino.

Jessi cerró los ojos por un instante antes de soltar un suspiro largo.

—¿Y qué esperas encontrar allí?

No supe qué responder de inmediato. Pero luego lo entendí.

—Mi lugar.

Ella me sostuvo la mirada por un momento antes de sacudir la cabeza con una ligera sonrisa amarga.

—Eres igual a tu padre.

Sentí un nudo en la garganta.

—¿Eso es algo malo?

—No —Jessi negó con la cabeza—. Pero él también creía que encontrar su lugar era más importante que cualquier otra cosa. Su lugar éramos nosotros, sus amigos y familia, le costó mucho entenderlo...

Se inclinó ligeramente hacia adelante y me tomó la mano con calidez.

—No voy a detenerte. Aunque no esté de acuerdo con la decisión.

Abrí los labios para decir algo, pero ella se adelantó.

—Solo prométeme que vas a cuidarte y no dejarás que cambien quien eres.

No supe qué decir. Así que simplemente asentí. Esa noche lancé una de las bengalas de Marriot, era morada, pero espero hayan entendido el mensaje. Y al día siguiente, el cazador alfa vino por mí.