Desde el inicio de la batalla entre Kent y el Murciélago Malvado, su objetivo no era matarlo. Kent estaba más bien tras su sangre para terminar la batalla por completo y demostrarle a todos que no era ningún pusilánime.
Para lograr esto, necesitaba desatar un poder que ya poseía: una ficha roja.
Esta ficha era la recompensa Enemigo Espejo que había ganado de la misión.
No era un artículo ordinario; esta ficha tenía el potencial de sacudir a los enteros cuatro reinos y despertar los peligros ocultos que acechaban en las sombras.
Kaizo estaba en el aire, acercándose al Murciélago, mientras Kent luchaba por levantarse y recuperar su espada, ahora recubierta con una fina capa de la sangre del murciélago.
Colocó la ficha roja sobre la sangre, y fue absorbida instantáneamente en ella.
Kent luego se cortó la palma de la mano, permitiendo que su propia sangre gotease sobre la ficha. En el momento en que la ficha bebió su sangre, voló de su agarre y se disparó hacia el cielo.