—Personalmente, creo que él es más genial que el resto —dijo Kaizo, mirando hacia el quinto portal.
Desde dentro, apareció un hombre con una cabeza similar a la de un león. Tenía un rostro ancho e intimidante con ojos llenos de intensidad primitiva.
Su cara estaba cubierta con un grueso pelaje, dándole un aspecto feroz y rudo, con una boca ancha llena de dientes afilados como cuchillas.
Su melena era un oscuro y enredado desorden de pelaje negro que corría por su espalda y cruzaba su pecho. Midiendo 7 pies de altura, su cuerpo era grande y musculoso, con hombros anchos y extremidades gruesas.
Llevaba una armadura mínima: unas pocas correas de cuero cruzaban su pecho y cintura, y pieles de animal estaban colgadas sobre sus hombros.
Sus garras eran largas y afiladas, sus brazos cubiertos de tatuajes tribales, cada marca teniendo un significado distinto. Su arma eran sus puños con garras, lo suficientemente poderosos para desgarrar piedra.