Hace mucho tiempo, en las lejanas extensiones de los mundos celestiales, un evento cósmico descendió sobre todos, causando que las estrellas se alinearan en un fenómeno raro conocido como el Trino de la Eternidad.
Fue una convergencia de tres cuerpos astrales antiguos cuyas energías se entrelazaron perfectamente.
Este evento ocurría una vez cada diez mil años y se creía que era el momento en que el velo entre los reinos se adelgazaba, permitiendo que el poder cósmico fluyera libremente al mundo.
Desde el corazón de esta alineación celestial, la Línea de Sangre Varathyn, una reverenciada línea de Tejedores Celestiales, canalizó las energías cósmicas para tejer el mismísimo tejido de las redes mágicas que sustentaban el equilibrio entre dimensiones.
La línea de sangre nació de estrellas y espacio, con ancestros que habían forjado sellos indestructibles para encarcelar entidades caóticas y preservar la paz en los universos.